Medicamentos.

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jueves, 24 de febrero de 2011

CONCEPTOS GENERALES.


Es conocido que los medicamentos, además de producir beneficio en la condición tratada pueden provocar la aparición de reacciones adversas. Aunque algunas de ellas pueden detectarse en los ensayos clínicos previos a su comercialización, estos son insuficientes para la detección de reacciones adversas a medicamentos (RAM) pues los estudios realizados hasta antes de que ellos aparezcan en el mercado se hacen con pocas personas y en cortos periodos de tiempo. Por lo anterior, algunos efectos poco frecuentes o que aparecen a largo plazo sólo pueden observarse en evaluaciones posteriores a la comercialización.
La seguridad de los medicamentos es una parte esencial de la seguridad de los pacientes. A escala mundial, depende de la existencia de sistemas nacionales sólidos que permitan vigilar el desarrollo y la calidad de los medicamentos, informar sobre sus efectos perjudiciales y facilitar información precisa para su uso seguro.

Por reacciones adversas a los medicamentos (RAM) se entienden las reacciones perjudiciales e inesperadas a medicamentos administrados a las dosis habituales con fines terapéuticos. Las RAM figuran entre las diez causas principales de defunción en todo el mundo.




HISTORIA


La palabra iatrogenia significa los efectos adversos causados por las acciones del médico (incluyendo los medicamentos prescritos) y los procedimientos quirúrgicos.
Realmente nadie sabe cuántas personas sufren de reacciones adversas por los medicamentos prescritos. En un artículo publicado en la revista médica JAMA, se afirma que en los EE.UU. cada año ocurren 2,000,000 de reacciones adversas a los medicamentos, matando a más de 180,000 personas. Esto las convierte en la cuarta causa de muerte en los EE.UU., después de las enfermedades cardíacas, el cáncer y las embolias (JAMA 1998;279:1200-1205).
En la Gran Bretaña, asumiendo que el 10 % de las reacciones adversas a los medicamentos se reconocen y se reportan, el número de reacciones medicamentosas serias debe de ser de unas 47,000 cada año. La incidencia de reacciones medicamentosas graves por medicamentos prescritos se ha estimado como de 180,000 casos por año (Medavar C: Power and Dependence: Social Audit on the Safety of Medicine. Social Audit Ltd. London, UK, 1992).
Algunos estiman que 2 de cada 5 personas que reciben medicamentos experimentan efectos colaterales que son en muchos casos, más serios que la enfermedad que les están tratando (Thompson C and MacEoin: The Health Crisis. The Natural Medicines Society, U.K., 1988).
Además, el número de hospitalizaciones en Gran Bretaña debido a los efectos colaterales por los medicamentos se estima en alrededor de240,000 casos cada año.
Después del desastre trágico de la talidomida, cuando miles de mujeres dieron a luz niños con malformaciones congénitas, se les pidió a las compañías farmacéuticas proporcionar estándares de seguridad cada vez más rigurosos.

Muchos consideran que la razón de estas reacciones se debe a los métodos iniciales de prueba, los cuales se llevan a cabo en animales. El metabolismo animal no se puede comparar con el metabolismo humano. No sólo hay grandes diferencias en la estructura general, sino también entre la composición y el tamaño de los órganos del cuerpo.
No hay que olvidar que la bioquímica básica, incluyendo la actividad enzimática, puede diferir mucho entre la especie animal y la humana. Esta es también una razón porqué los animales difícilmente alguna vez responden a las substancias tóxicas en la misma forma en la que lo hacen los humanos y viceversa (Coleman V: Betrayal of Trust , European Medical Journal, Devon, UK, 1994).
Podemos ver unos ejemplos, la morfina seda a los humanos pero estimula a los gatos; la penicilina actúa como un antibiótico para los humanos, pero es venenosa para los cuyos y los hámsters; la insulina produce deformidades en animales de laboratorio pero no en la gente; el arsénico mata a los humanos pero no a los cuyos, pollos y los monos; el digitales eleva la presión sanguínea en los perros pero la baja en los humanos The Pharmaceutical Drug Racket: Campaign Against Fraudulent Medical Research, Australia).
Hay algunas razones por las que la prueba de medicamentos en animales no se puede solamente trasponer a los humanos y considerarse válido de inmediato.

Los medicamentos convencionales generalmente se prueban primero para ver su toxicidad en animales perfectamente alimentados y sanos, mientras que en la vida real, el mismo medicamento es consumido por humanos que ya están enfermos y débiles (Tuula E Tuormaa, Int Jour of Alter and Complem Medi, March 1998, pp 26-28).

Ahora bien, a estos animales de laboratorio se le administra un solo medicamento, pero otra vez, en la vida real, la mayoría de los pacientes humanos no toman un solo medicamento sino una combinación. Esto seguramente cambia el efecto farmacológico.

Regresando al impresionante encuentro de las 100,000 muertes anuales por reacciones medicamentosas; las cifras podrían ser peores si se incluyen los errores administrativos y las sobredosis (WYDDY, July 1998, p. 9).
Según el Dr. Bruce Pomeranz, Jefe de la Universidad de Toronto, las cifras son mucho más altas de lo que se esperaba.

Alrededor del 76 % de las reacciones adversas a los medicamentos son causadas por medicamentos altamente tóxicos, mientras que otras pueden ser causadas por la vigilancia inadecuada de las dosis y las terapias.
Los investigadores Canadienses de este estudio creen que estos números son similares en cualquier otro país desarrollado.
Para evitar lo más posible una reacción adversa a los medicamentos, uno debe de a) tomar las menos posibles medicinas de prescripción al mismo tiempo, b) dejar de tomar los medicamentos tan pronto como sea posible, de acuerdo a las instrucciones del médico y c) preguntarle al médico sobre las posibles reacciones adversas que podría causarnos el medicamento prescrito por él.

En Francia se realizó un estudio en el cual se le pidió a un grupo de médicos que reportaran todas las reacciones a los medicamentos a los investigadores y luego se comparó con el número real de reportes recibidos por las agencias oficiales de vigilancia. La verdad increíble; solamente uno de cada 24,000 reacciones adversas es reportada por los médicos a la agencia apropiada de vigilancia. Los médicos en este estudio reportaron un promedio de 2 reacciones adversas por día. Un ejemplo muy extraño del uso de medicamentos es el de la difenhidramina comercializada como un antihistamínico. Este medicamento causa tanta somnolencia que mucha gente ya no la usa. Sin embargo, las compañías son muy ingeniosas y ahora se utiliza como un auxiliar para el insomnio (Second Opinion, December 1998, pp 2-3).
El 4 de Mayo de 1998, la Revista médica llamada Modern Healthcare, Volumen 28, número 18 publicó un editorial titulado “Los hospitales necesitan un plan definitivo para reducir las reacciones adversas a los medicamentos”. En dicho editorial se sugiere una serie de medidas. Esto demuestra la importancia y el impacto que tienen las reacciones adversas a los medicamentos.
Varios estudios han demostrado que del 20 % al 36 % de los pacientes admitidos en un hospital universitaritratamientos heroicos no tienen que ser automáticamente peligrosos. Tal vez el mejor ejemplo sea la terapia nutricional intravenosa. Hay casos reportados de pacientes con ataques agudos de asma que se recuperaron con inyecciones de magnesio IV. Otro ejemplo es el de pacientes con neumonía que no respondieron a los tratamientos antibióticos convencionales y se lograron curar con un tratamiento nutricional a base de una infusión de megadosis de vitamina o sufrió de una lesión iatrogénica y que del 20 % al 25 % de estas lesiones fueron serias o fatales. Un análisis de los paros cardíacos en un hospital de enseñanza reveló que el 64 % de ellos era evitable (Leappe LL et al. Error in Medicine, JAMA 1994;272:1851-1857). Puede discutirse que algunos de los pacientes quienes sufrieron una lesión iatrogénica, ya estaban seriamente enfermos y que los tratamientos y los procedimientos riesgosos fueron la única oportunidad que tenían para recuperarse.

Por el Dr. Héctor E. Solórzano del Río.
Profesor de Farmacología del CUCS de la Universidad de Guadalajara y Presidente de la Sociedad Médica de Investigaciones Enzimáticas, A.C.

CLASIFICACION DE LAS REACCIONES ADVERSAS.

Se han propuesto diferentes clasificaciones de las reacciones adversas, atendiendo a criterios variados. Una de las más sencillas las agrupa en cinco categorías, A, B, C, D y E. Estas letras corresponden a la primera letra de la palabra inglesa con la que se definen los diferentes tipos:

Reacciones previsibles de tipo A.

Las reacciones previsibles de tipo A (augmented: aumentada) son las desencadenadas por los efectos aumentados o exagerados de un fármaco. Son debidas a efectos farmacológicos en los que el sistema inmunológico no está involucrado. Son consecuencia de la propia acción farmacológica de un medicamento, y por tanto, dependen de la dosis y son predecibles.

Comprenden alrededor del 80 por ciento de todas las RAM. Generalmente no revisten gravedad y habitualmente son de baja mortalidad.

Reacciones de hipersensibilidad o alergia.reacciones en las que media un mecanismo inmunológico. Aproximadamente del cinco al diez por ciento de las reacciones imprevisibles son alérgicas. En general producen síntomas que no guardan relación con la dosis ni con los efectos farmacológicos, cesan al suspender el fármaco y necesitan un contacto previo con el fármaco, o con estructuras similares, para que se produzca la sensibilización.

Se distinguen cuatro tipos según la clasificación de Gell y Coombs.

Tipo I. Reacciones alérgicas inmediatas mediadas por IgE.

Se caracterizan por aparecer en los primeros 60 minutos tras la administración del fármaco, pueden manifestarse en forma de urticaria generalizada que se acompaña o no de edema con dificultad para la deglución o respiración si hay edema de glotis, en ocasiones pueden existir síntomas naso-conjuntivales o de broncoespasmo. La máxima expresión clínica es el shock anafiláctico que cursa con hipotensión y pérdida de conciencia. Una reacción anafiláctica compromete la vida del enfermo y aunque se conoce como se inicia no se sabe cual va a ser su evolución, por lo que la actuación médica debe ser rápida.

Hay criterios clínicos que hacen sospechar un mecanismo de reacción inmediata, que deben ser conocidos por todos:

1. Las manifestaciones clínicas no están relacionadas con los efectos del medicamento.
2. Son dosis independientes, mínimas dosis pueden desencadenar reacciones muy severas.
3. Siempre existe una tolerancia previa al fármaco o a fármacos estructuralmente afines, pues se necesita un periodo previo de sensibilización, también conocido como periodo de inducción
4. Estos efectos son reproducibles con pequeñas dosis del fármaco, o fármacos de estructura química similar (reacción cruzada).
5 No hay síntomas si no hay contacto con el fármaco.

Aunque pueden producirse cuadros anafilácticos con cualquier fármaco, los implicados con mayor frecuencia son: penicilinas, cefalosporinas, insulina, dextrano, anestésicos, relajantes musculares, contrastes yodados, antisueros.

Tipo II. Reacciones dependientes de anticuerpos citotóxicos.
 
Se producen por interacción de anticuerpos circulantes con antígenos farmacológicos unidos a membranas celulares, generalmente de células sanguíneas o del endotelio vascular. Activan la cascada del complemento produciendo lisis celular. En los tejidos, el antígeno farmacológico puede provocar la síntesis de anticuerpos contra el órgano, provocando una situación de autoinmunidad.

Destacan dos tipos de reacciones:

a) Hematológicas (anemia hemolítica con prueba de Coombs positiva, trombocitopenia, leucopenias, agranulocitosis).
b) Nefritis intersticial alérgica, cursa con exantema morbiliforme, fiebre, leucocitosis, eosinofilia, azoemia, piuria, eosinofiluria, cilindruria, hematuria, proteinuria.
Tipo III. Reacciones mediadas por inmunocomplejos circulantes que se forman entre el medicamento y el sistema de complemento.
 
Suelen ocurrir en casos de permanencia del fármaco durante largo tiempo en la circulación sanguínea, lo que permite la producción de anticuerpos tipo IgG y la formación de inmunocomplejos circulantes pequeños que se depositan en los vasos sanguíneos y en el espacio extracapilar. Producen lesión por activación del sistema del complemento y quimiotaxis de leucocitos con liberación de enzimas proteolíticas. Las manifestaciones clínicas son:

a) Vasculitis sistémicas y cutáneas: es la manifestación más típica de una reacción tipo III, su expresividad clínica es muy variable y puede ir desde un cuadro de urticaria, hasta una afectación multisistémica.

b) Enfermedad del suero: hoy en día poco frecuente. Para el diagnóstico deben estar presentes al menos dos de las siguientes manifestaciones:

1. Erupción cutánea, siendo la más común la urticaria o angioedema, pero también puede manifestarse como exantema o eritema multiforme.
2. Artralgias, siendo preferente la afectación de grandes articulaciones.
3. Linfadenopatía, que puede ir acompañada de esplenomegalia.
En sangre periférica puede haber eosinofilia y plasmocitosis. Generalmente cursa con fiebre. Las manifestaciones clínicas aparecen entre 6-20 días si no hay sensibilización previa y de 12-36 horas si existe sensibilización previa. Se ha descrito sobre todo con penicilinas de acción prolongada, sulfamidas, tiouracilo, y con menos frecuencia con hidantoína, cefalosporinas o dextranos.

c) Lupus eritematoso sistémico inducido por fármacos: es más frecuente en varones, cursa sin afectación renal, disfunción neurológica central y rara vez con leucopenia y trombocitopenia, aunque sí puede haber aumento de VSG y anemia. No se observa hipergammaglobulinemia y es rara la hipocomplementemia, existen anticuerpos frente al DNA desnaturalizado o a la histona.
Tipo IV (celular): reacción de tipo tardío mediada por células (linfocitosT).                                                                                                                                                  criterios clínicos que hacen sospechar un mecanismo de reacción inmediata, que deben ser conocidos por todos-
El antígeno sensibiliza los linfocitos y produce su activación, la liberación de linfoquinas y la necrosis hística.

El prototipo de este grupo es la dermatitis de contacto. Al igual que otras manifestaciones alérgicas, precisa de un periodo previo de sensibilización. Es característica la localización de las lesiones, lo que hace sospechar el cuadro.

También se produce por este mecanismo la ictericia por halotano.

Otro tipo de reacciones son los granulomas locales, la hiperemia conjuntival e infiltración corneal por colirios, etc.
Reacciones pseudoalérgicas

Son reacciones que se manifiestan clínicamente de forma similar a las reacciones alérgicas inmediatas, pero en las que no media un mecanismo inmunológico. Se desencadenan por una liberación inespecífica de histamina desde basófilos y mastocitos.


Es el caso de opiáceos, dextranos, ácido acetilsalicílico, algunos medios de contraste y relajantes musculares.
Reacciones tipo C
Las reacciones tipo C (continuous: continua), están relacionadas con el tratamiento prolongado con un fármaco. Generalmente cursan como reacciones de dependencia o de taquifilaxia y son previsibles.


En el primer caso se crea una conducta condicionada que lleva a la utilización del fármaco tanto para alcanzar un efecto positivo como para evitar el síndrome de abstinencia. La taquifilaxia supone la necesidad de incrementar la dosis para alcanzar el mismo efecto terapéutico, este efecto es típico de los fármacos adrenérgicos. Son también fenómenos adaptativos las discinesias en tratamientos prolongados con levodopa y con neurolépticos.


Los tratamientos prolongados pueden además producir depósitos de los fármacos en diferentes tejidos, las tetraciclinas en el hueso, las sulfonamidas en los túbulos renales, la amiodarona en la córnea. Otros ejemplos son la nefropatía por analgésicos o el hipotiroidismo con amiodarona.

Reacciones tipo D.
Las reacciones tipo D (delayed: retardado), también se denominan retardadas, aunque no hay que confundir con lo que se conoce como reacción tardía. Pueden empezar a desarrollarse al inicio del tratamiento, pero sólo se ponen de manifiesto a largo plazo. Los ejemplos más representativos son la teratogénesis y carcinogénesis. No tienen por qué ser debidas a una exposición prolongada o continua, como en el caso anterior, sino que lo que ocurre es que aparecen tarde, incluso aunque la exposición haya sido corta o se haya producido mucho tiempo antes.

Carcinogénesis.

Muchos productos químicos tienen capacidad de provocar el desarrollo de cáncer, por tanto, no es extraño pensar que los fármacos puedan presentar problemas en el mismo sentido. Por esto, en los estudios pre-clínicos se evalúa especialmente la capacidad carcinogénica de los fármacos, en diferentes modelos, generalmente animales. En cualquier caso, estos estudios no excluyen definitivamente la capacidad carcinogénica de un medicamento, puesto que son estudios limitados en el tiempo, realizados en otras especies animales y no siempre extrapolables a la especie humana. Por ello, es importante recoger información al respecto después de la comercialización de un fármaco, cuando se utiliza a las dosis y duración establecidas inicialmente como seguras.

La carcinogénesis puede basarse en modificaciones genéticas o inmunológicas.

Muchos de los fármacos anticancerosos pueden producir modificaciones genéticas que son responsables del desarrollo de líneas celulares aberrantes, que pueden transformarse en células cancerosas. Estas modificaciones genéticas pueden aparecer en la persona que ha recibido el tratamiento responsable, pero también puede transmitirse a su descendencia.

Estos fármacos y los inmunosupresores pueden también modificar el sistema inmune, reduciendo su actividad de alerta frente a modificaciones celulares que puedan desarrollar posteriormente un cáncer. Además, el aumento de la susceptibilidad a determinadas infecciones relacionadas con el desarrollo de procesos tumorales incrementa la capacidad carcinogénica de estos medicamentos. Se ha descrito una mayor incidencia de leucemias y linfomas en pacientes tratados con fármacos inmunosupresores, tanto en pacientes que han recibido un trasplante de órganos como en pacientes con enfermedades autoinmunes que recibían estos tratamientos.
Teratogénesis

Algunos fármacos, sobre todo si son liposolubles y con un porcentaje de unión a las proteínas plasmáticas bajo, son capaces de atravesar la barrera placentaria y actuar sobre el feto. Por tanto, pueden producir efectos tóxicos y/o teratogenia. Como consecuencia, también es obligado realizar una investigación exhaustiva pre-clínica para evaluar la capacidad teratogénica de cualquier medicamento.


Al igual que en el caso anterior, los estudios en animales no son totalmente extrapolables al hombre, y por tanto son necesarios estudios posteriores o la observación clínica para aclarar este aspecto. Es en cualquier caso, una investigación limitada, por los riesgos que comporta, difíciles de asumir, que hace que muchos fármacos no sean utilizados durante el embarazo por el desconocimiento que existe en relación con este tema.


La FDA ha establecido una clasificación según la cual los fármacos se dividen en cinco categorías, dependiendo del riesgo de toxicidad fetal:


– Categoría A: estudios controlados realizados en mujeres no han demostrado riesgo para el feto durante el primer trimestre (y no existe evidencia de riesgo durante trimestres posteriores) y la posibilidad de teratogénesis parece remota.

– Categoría B: los estudios realizados en animales no han mostrado riesgo teratogénico para el feto pero no existen estudios controlados en mujeres embarazadas o cuando los estudios realizados en animales han mostrado un efecto adverso (diferente que un decremento en la fertilidad) que no se ha confirmado en estudios controlados de mujeres embarazadas durante el primer trimestre (y no existe evidencia de riesgo en trimestres posteriores).

– Categoría C: los estudios realizados en animales han mostrado efectos adversos en el feto (teratogénicos, embriocidas u otros) y no existen estudios controlados en mujeres o no existen estudios disponibles ni en mujeres ni en animales. Sólo deben administrarse si el beneficio potencial justifica el riesgo para el feto.

– Categoría D: existe una clara evidencia de teratogenicidad, pero el beneficio de su uso puede ser aceptable a pesar del riesgo (por ejemplo, si el fármaco es necesario en una situación límite o para una enfermedad grave en la que fármacos más seguros son inefectivos o no pueden usarse).

– Categoría X: estudios en animales o humanos han demostrado anomalías fetales o hay evidencia de riesgo teratogénico basado en la experiencia humana, o ambos, y el riesgo de uso en la mujer embarazada claramente supera un posible beneficio. Contraindicados en mujeres que están o pueden quedarse embarazadas.


La categoría A incluye fármacos seguros, la B comporta un riesgo ligeramente mayor pero también pueden utilizarse durante el embarazo con relativa seguridad. La categoría C engloba fármacos con mayor riesgo aunque sólo se ha demostrado teratogenicidad animal, y la D incluye fármacos con riesgo fetal confirmado. En ambos casos deben utilizarse únicamente si el beneficio supera al riesgo. Los fármacos contraindicados constituyen la categoría X, puesto que su beneficio en ningún caso supera el riesgo fetal.


Los efectos teratógenos pueden manifestarse de diferentes formas:


– Infertilidad: la mutagénesis de las células germinales produce infertilidad.

– Muerte: algunos fármacos pueden producir abortos espontáneos y muerte perinatal (aminopterina). Los abortos en estadios precoces del embarazo puede manifestarse como infertilidad.

– Alteraciones del crecimiento fetal.

– Alteraciones del desarrollo, tanto con manifestaciones morfológicas, bioquímicas como alteraciones de la conducta.

– Efectos diferidos: entre los que se incluirían alteraciones genéticas, incluida la carcinogénesis, efectos sobre la conducta o sobre la capacidad reproductiva.


El mayor riesgo de producir alteraciones importantes en el desarrollo existe en el primer trimestre del embarazo, sobre todo en las primeras ocho semanas, periodo en el que es posible que se estén tomando fármacos desconociendo la existencia de un embarazo. Por tanto, en edad fértil, en mujeres que deseen un embarazo, al prescribir un medicamento habrá que tener siempre presente esta posibilidad. Deben evitarse por su efecto teratógeno demostrado en el ser humano los siguientes fármacos: aminopterina, andrógenos, gestágenos, talidomida, retinoides, dietilbestrol, warfarina, trimetadiona, tetraciclinas y alcohol. Debe valorarse el cociente beneficio-riesgo con los agentes alquilantes, los antimetabolitos, antiepilépticos, inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina y el litio.


Al final del embarazo es posible que se produzcan alteraciones funcionales no visibles de diferentes órganos que se manifiesten en un tiempo variable posterior al nacimiento. Fármacos que deben evitarse en el tercer trimestre del embarazo son los aminoglucósidos, tetraciclinas, sulfamidas, anticoagulantes orales, ácido acetilsalicílico, yodo radiactivo, yoduros, antitiroideos, sulfonilureas, quinina, cloroquina y reserpina. Deben utilizarse con precaución en este periodo los anestésicos generales y locales, opiáceos, fenobarbital, benzodiazepinas, fenitoína, beta-bloqueantes, beta-adrenérgicos, sulfato magnésico, tiazidas, diazóxido, litio, fenotiazinas y corticoides.

Reacciones tipo E.

Las reacciones tipo E (end-use) son las que se producen cuando cesa un tratamiento, el conocido "efecto rebote", es decir el síntoma por el que se había iniciado el tratamiento, al suspenderlo, aparece de forma más acentuada. Un ejemplo muy demostrativo de efecto rebote es la obstrucción nasal que se desencadena al suspender el tratamiento con vasoconstrictores tópicos o el espasmo coronario tras suspender la administración de nitratos.


Dentro de este grupo se encuentran:

RAM por sobredosis o toxicidad

Se relaciona directamente con la acción terapéutica primaria. Por ejemplo, la hemorragia que se puede desencadenar con los anticoagulantes, o la bradicardia que producen los beta bloqueantes, etc.

RAM por efecto colateral

Se relaciona con la acción terapéutica primaria, pero en un sitio diferente al blanco primario de acción. Por ejemplo, la hemorragia digestiva que se puede desencadenar en el curso del tratamiento con AAS, la sequedad de mucosas a que dan lugar los antidepresivos, la somnolencia que causan los antihistamínicos, etc.
RAM por efecto secundario

Es una consecuencia de la acción terapéutica del fármaco, pero no forma parte inherente de ella, por ejemplo la hipopotasemia que aparece durante el tratamiento con determinados diuréticos, etc.
                                        Reacciones tipo B

Las reacciones tipo B (bizarres: raras) se caracterizan por no estar relacionadas con la acción farmacológica y ser imprevisibles, solo aparecen en individuos susceptibles. Son independientes de la dosis del medicamento, incluso pueden aparecer con dosis subterapéuticas. Tienen una baja incidencia aunque suelen ser más graves que las anteriores, representando el 10-20 por ciento de las RAM. En este grupo se encuentran:

Reacciones por idiosincrasia

Son respuestas anormales, sin relación con la dosis, cualitativamente diferentes a los efectos farmacológicos, sin que medie mecanismo inmunológico y en general obedecen a un condicionamiento genético. Este condicionante puede producir alteraciones farmacocinéticas o farmacodinámicas, base de las reacciones adversas idiosincrásicas.

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 Este condicionante genético determina un polimorfismo en algunos procesos de metabolización, que puede determinar una mayor incidencia de reacciones adversas. Los casos más típicos se deben a modificaciones farmacocinéticas, como las siguientes:

• Hidrólisis de la succinilcolina producida por la pseudocolinesterasa: en una de cada 250 personas esta enzima apenas tiene afinidad por el fármaco y la parálisis que éste produce puede prolongarse en el tiempo más allá de lo deseable. En condiciones normales la hidrólisis de la succinilcolina es rápida, de forma que el bloqueo muscular dura apenas unos minutos. En los casos en que exista una pseudocolinesterasa atípica, esta parálisis puede durar hasta tres horas.

• Oxidación-hidroxilación: si la capacidad enzimática está disminuida, fármacos como la fenitoína, fenilbutazona, cumarínicos, nortriptilina, debrisoquina o fenformina pueden acumularse y aumentar la toxicidad. Un 5-10 por ciento de los individuos de raza blanca presentan un déficit de la isoenzima del citocromo P450 responsable de esta reacción. La herencia de esta alteración tiene carácter autosómico recesivo.

• Acetilación: existen dos patrones metabólicos, el de acetiladores rápidos y lentos, en función de la velocidad de reacción de la enzima N-acetiltransferasa. Esta velocidad depende de la cantidad de enzima disponible. La acetilación rápida se hereda con carácter autosómico dominante, la acetilación lenta tiene carácter recesivo, de forma que únicamente presentan clínica los homocigotos.

Esta vía metabólica afecta a fármacos como isoniazida, hidralazina, fenelcina, dapsona, sulfamidas y procainamida.

Los acetiladores rápidos pueden presentar problemas por acumulación de los metabolitos, algunos de los cuales pueden ser tóxicos. Es el caso de la hepatotoxicidad por isoniazida. En los acetiladores lentos se acumula el fármaco original en el organismo, lo que incrementa su toxicidad (lupus eritematoso inducido por isoniazida, procainamida e hidralazina, neurotoxicidad por isoniazida). Las manifestaciones clínicas desaparecen al suprimir el medicamento.

Reacciones de hipersensibilidad o alergia

Son reacciones en las que media un mecanismo inmunológico. Aproximadamente del cinco al diez por ciento de las reacciones imprevisibles son alérgicas. En general producen síntomas que no guardan relación con la dosis ni con los efectos farmacológicos, cesan al suspender el fármaco y necesitan un contacto previo con el fármaco, o con estructuras similares, para que se produzca la sensibilización.


Se distinguen cuatro tipos según la clasificación de Gell y Coombs.
Tipo I. Reacciones alérgicas inmediatas mediadas por IgE.
Se caracterizan por aparecer en los primeros 60 minutos tras la administración del fármaco, pueden manifestarse en forma de urticaria generalizada que se acompaña o no de edema con dificultad para la deglución o respiración si hay edema de glotis, en ocasiones pueden existir síntomas naso-conjuntivales o de broncoespasmo. La máxima expresión clínica es el shock anafiláctico que cursa con hipotensión y pérdida de conciencia. Una reacción anafiláctica compromete la vida del enfermo y aunque se conoce como se inicia no se sabe cual va a ser su evolución, por lo que la actuación médica debe ser rápida-


Tipo II. Reacciones dependientes de anticuerpos citotóxicos.
Se producen por interacción de anticuerpos circulantes con antígenos farmacológicos unidosmembranas celulares, generalmente de células sanguíneas o del endotelio vascular. Activan la cascada del complemento produciendo lisis celular. En los tejidos, el antígeno farmacológico puede provocar la síntesis de anticuerpos contra el órgano, provocando una situación de autoinmunidad. 


Tipo IV (celular): reacción de tipo tardío mediada por células (linfocitos T).

El antígeno sensibiliza los linfocitos y produce su activación, la liberación de linfoquinas y la necrosis hística.


El prototipo de este grupo es la dermatitis de contacto. Al igual que otras manifestaciones alérgicas, precisa de un periodo previo de sensibilización. Es característica la localización de las lesiones, lo que hace sospechar el cuadro.

También se produce por este mecanismo la ictericia por halotano.

Otro tipo de reacciones son los granulomas locales, la hiperemia conjuntival e infiltración corneal por colirios, etc.

Reacciones pseudoalérgicas.

Son reacciones que se manifiestan clínicamente de forma similar a las reacciones alérgicas inmediatas, pero en las que no media un mecanismo inmunológico. Se desencadenan por una liberación inespecífica de histamina desde basófilos y mastocitos.

Es el caso de opiáceos, dextranos, ácido acetilsalicílico, algunos medios de contraste y relajantes musculares.

Reacciones tipo C.

Las reacciones tipo C (continuous: continua), están relacionadas con el tratamiento prolongado con un fármaco. Generalmente cursan como reacciones de dependencia o de taquifilaxia y son previsibles.

En el primer caso se crea una conducta condicionada que lleva a la utilización del fármaco tanto para alcanzar un efecto positivo como para evitar el síndrome de abstinencia. La taquifilaxia supone la necesidad de incrementar la dosis para alcanzar el mismo efecto terapéutico, este efecto es típico de los fármacos adrenérgicos. Son también fenómenos adaptativos las discinesias en tratamientos prolongados con levodopa y con neurolépticos.


Los tratamientos prolongados pueden además producir depósitos de los fármacos en diferentes tejidos, las tetraciclinas en el hueso, las sulfonamidas en los túbulos renales, la amiodarona en la córnea. Otros ejemplos son la nefropatía por analgésicos o el hipotiroidismo con amiodarona.

Reacciones tipo D.
Las reacciones tipo D (delayed: retardado), también se denominan retardadas, aunque no hay que confundir con lo que se conoce como reacción tardía. Pueden empezar a desarrollarse al inicio del tratamiento, pero sólo se ponen de manifiesto a largo plazo. Los ejemplos más representativos son la teratogénesis y carcinogénesis. No tienen por qué ser debidas a una exposición prolongada o continua, como en el caso anterior, sino que lo que ocurre es que aparecen tarde, incluso aunque la exposición haya sido corta o se haya producido mucho tiempo antes.

Carcinogénesis.

Muchos productos químicos tienen capacidad de provocar el desarrollo de cáncer, por tanto, no es extraño pensar que los fármacos puedan presentar problemas en el mismo sentido. Por esto, en los estudios pre-clínicos se evalúa especialmente la capacidad carcinogénica de los fármacos, en diferentes modelos, generalmente animales. En cualquier caso, estos estudios no excluyen definitivamente la capacidad carcinogénica de un medicamento, puesto que son estudios limitados en el tiempo, realizados en otras especies animales y no siempre extrapolables a la especie humana. Por ello, es importante recoger información al respecto después de la comercialización de un fármaco, cuando se utiliza a las dosis y duración establecidas inicialmente como seguras.La carcinogénesis puede basarse en modificaciones genéticas o inmunológicas.


Muchos de los fármacos anticancerosos pueden producir modificaciones genéticas que son responsables del desarrollo de líneas celulares aberrantes, que pueden transformarse en células cancerosas. Estas modificaciones genéticas pueden aparecer en la persona que ha recibido el tratamiento responsable, pero también puede transmitirse a su descendencia.


Estos fármacos y los inmunosupresores pueden también modificar el sistema inmune, reduciendo su actividad de alerta frente a modificaciones celulares que puedan desarrollar posteriormente un cáncer. Además, el aumento de la susceptibilidad a determinadas infecciones relacionadas con el desarrollo de procesos tumorales incrementa la capacidad carcinogénica de estos medicamentos. Se ha descrito una mayor incidencia de leucemias y linfomas en pacientes tratados con fármacos inmunosupresores, tanto en pacientes que han recibido un trasplante de órganos como en pacientes con enfermedades autoinmunes que recibían estos tratamientos.

Teratogénesis.

Algunos fármacos, sobre todo si son liposolubles y con un porcentaje de unión a las proteínas plasmáticas bajo, son capaces de atravesar la barrera placentaria y actuar sobre el feto. Por tanto, pueden producir efectos tóxicos y/o teratogenia. Como consecuencia, también es obligado realizar una investigación exhaustiva pre-clínica para evaluar la capacidad teratogénica de cualquier medicamento.


Al igual que en el caso anterior, los estudios en animales no son totalmente extrapolables al hombre, y por tanto son necesarios estudios posteriores o la observación clínica para aclarar este aspecto. Es en cualquier caso, una investigación limitada, por los riesgos que comporta, difíciles de asumir, que hace que muchos fármacos no sean utilizados durante el embarazo por el desconocimiento que existe en relación con este tema.


La FDA ha establecido una clasificación según la cual los fármacos se dividen en cinco categorías, dependiendo del riesgo de toxicidad fetal:


– Categoría A: estudios controlados realizados en mujeres no han demostrado riesgo para el feto durante el primer trimestre (y no existe evidencia de riesgo durante trimestres posteriores) y la posibilidad de teratogénesis parece remota.

– Categoría B: los estudios realizados en animales no han mostrado riesgo teratogénico para el feto pero no existen estudios controlados en mujeres embarazadas o cuando los estudios realizados en animales han mostrado un efecto adverso (diferente que un decremento en la fertilidad) que no se ha confirmado en estudios controlados de mujeres embarazadas durante el primer trimestre (y no existe evidencia de riesgo en trimestres posteriores).

– Categoría C: los estudios realizados en animales han mostrado efectos adversos en el feto (teratogénicos, embriocidas u otros) y no existen estudios controlados en mujeres o no existen estudios disponibles ni en mujeres ni en animales. Sólo deben administrarse si el beneficio potencial justifica el riesgo para el feto.

– Categoría D: existe una clara evidencia de teratogenicidad, pero el beneficio de su uso puede ser aceptable a pesar del riesgo (por ejemplo, si el fármaco es necesario en una situación límite o para una enfermedad grave en la que fármacos más seguros son inefectivos o no pueden usarse).

– Categoría X: estudios en animales o humanos han demostrado anomalías fetales o hay evidencia de riesgo teratogénico basado en la experiencia humana, o ambos, y el riesgo de uso en la mujer embarazada claramente supera un posible beneficio. Contraindicados en mujeres que están o pueden quedarse embarazadas.


La categoría A incluye fármacos seguros, la B comporta un riesgo ligeramente mayor pero también pueden utilizarse durante el embarazo con relativa seguridad. La categoría C engloba fármacos con mayor riesgo aunque sólo se ha demostrado teratogenicidad animal, y la D incluye fármacos con riesgo fetal confirmado. En ambos casos deben utilizarse únicamente si el beneficio supera al riesgo. Los fármacos contraindicados constituyen la categoría X, puesto que su beneficio en ningún caso supera el riesgo fetal.


Los efectos teratógenos pueden manifestarse de diferentes formas:


– Infertilidad: la mutagénesis de las células germinales produce infertilidad.

– Muerte: algunos fármacos pueden producir abortos espontáneos y muerte perinatal (aminopterina). Los abortos en estadios precoces del embarazo puede manifestarse como infertilidad.

– Alteraciones del crecimiento fetal.

– Alteraciones del desarrollo, tanto con manifestaciones morfológicas, bioquímicas como alteraciones de la conducta.

– Efectos diferidos: entre los que se incluirían alteraciones genéticas, incluida la carcinogénesis, efectos sobre la conducta o sobre la capacidad reproductiva.


El mayor riesgo de producir alteraciones importantes en el desarrollo existe en el primer trimestre del embarazo, sobre todo en las primeras ocho semanas, periodo en el que es posible que se estén tomando fármacos desconociendo la existencia de un embarazo. Por tanto, en edad fértil, en mujeres que deseen un embarazo, al prescribir un medicamento habrá que tener siempre presente esta posibilidad. Deben evitarse por su efecto teratógeno demostrado en el ser humano los siguientes fármacos: aminopterina, andrógenos, gestágenos, talidomida, retinoides, dietilbestrol, warfarina, trimetadiona, tetraciclinas y alcohol. Debe valorarse el cociente beneficio-riesgo con los agentes alquilantes, los antimetabolitos, 
antiepilépticos, inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina y el litio.

Autores: Dra. B. Sádaba, Dra. I. Gil Aldea, Dr. V. Fernández Gallego
Coordinadores: Dr. J. Honorato y Dr. F. Zubiri

                                                  















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